A lo largo de la vida de su gato, son muchas las enfermedades que puede padecer, entre ellas la epilepsia. Esta enfermedad puede tener diversas causas, y si las convulsiones son recurrentes, deben llamar su atención. ¿Cuáles son las causas? ¿Hay formas de prevenirla? ¿Cómo se diagnostica? ¿Y qué opciones de tratamiento existen?
¿Qué es un ataque epiléptico?
La epilepsia se manifiesta en forma de crisis, que son el resultado de un mal funcionamiento temporal y repentino de la actividad eléctrica del cerebro. Se trata, por tanto, de una enfermedad neurológica. Las descargas eléctricas recorren el cuerpo del individuo afectado, incluido su gato.
Las convulsiones en su gato son similares a las que se observan en los seres humanos. Su mascota puede experimentar convulsiones y otros síntomas que pueden parecer impresionantes.
¿Cuáles son las manifestaciones de una crisis epiléptica?
La crisis epiléptica clásica se divide en tres fases bien definidas.
En primer lugar, está la fase del aura, que precede a la crisis propiamente dicha. Durante esta fase, su gato puede parecer más ansioso o agitado. Esta fase puede persistir varios días antes de que se produzca el ataque. Sin embargo, es posible que nunca note estos signos, ya que pueden interpretarse como indicadores de otros problemas.
Después de esto, el ictus es la convulsión propiamente dicha. Esta fase suele durar entre 1 y 5 minutos. Es durante este periodo cuando su gato experimentará convulsiones, cuya intensidad variará en función de la causa de la epilepsia.
Por último, la fase post-ictálica es el periodo que sigue a la convulsión. Tras la crisis, su gato debe recuperarse y puede estar aletargado o débil. Su comportamiento también puede cambiar, manifestándose como ansiedad, agresividad, etc. Esta última fase puede durar unos minutos o varios días.
Es importante señalar que no todas las crisis epilépticas son iguales. La epilepsia puede manifestarse de distintas formas, y los ataques también pueden variar en función de la zona de las células cerebrales afectada. De hecho, existen dos categorías de crisis epilépticas.
Epilepsia primaria :
La principal causa de crisis epilépticas en su gato está relacionada con las crisis primarias, también conocidas como crisis idiopáticas.
En este caso, su gato no tiene ningún daño cerebral ni trastorno clínico. A pesar de tener un cerebro aparentemente normal, sufrirá convulsiones recurrentes. Aunque el origen genético de la epilepsia se ha demostrado en perros, aún no se ha establecido en gatos.
Epilepsia secundaria :
También llamada epilepsia lesional, esta forma de epilepsia implica daños en una parte del cerebro. Las crisis son consecuencia de factores como un tumor, una malformación, una secuela u otro tipo de traumatismo cerebral.
¿Cuáles son las causas de la epilepsia?
Las causas de la epilepsia pueden ser intracraneales o extracraneales.
Origen intracraneal :
Entre ellas figuran tumores, malformaciones, encefalitis o ictus. Estas causas suelen ser las más graves y conllevan un mayor riesgo de muerte.
Orígenes extracraneales :
En algunos casos, su gato puede tener convulsiones sin llegar a tener un ataque. Es más probable que se deban a reacciones alérgicas, intoxicaciones por plantas, ciertos alimentos o sustancias químicas. Sin embargo, también hay convulsiones derivadas de disfunciones de órganos como el hígado o el páncreas, o debidas a una bajada de azúcar.
Por lo general, en un gato menor de 5 años, las convulsiones suelen considerarse primarias. Sin embargo, a medida que su gato se hace mayor, la causa de la epilepsia puede ser intracraneal, lo que podría indicar la presencia de un tumor o una enfermedad cerebral más grave.
Diagnóstico
Es posible que no note las primeras crisis epilépticas de su gato. Además, su gato no suele sufrir durante estos episodios rápidos. Sin embargo, una vez que note los ataques, es importante anotar las horas y la duración de los mismos, así como cualquier posible desencadenante, como un alimento caducado o una intolerancia específica.
Es esencial que consulte a un veterinario, ya que sólo él puede hacer un diagnóstico preciso de la epilepsia de su gato.
¿Cómo puede hacerse? En primer lugar, mediante un análisis de sangre. Este análisis de sangre comprobará el buen funcionamiento de determinados órganos, como el hígado, los riñones y el páncreas. A continuación, se necesitan más pruebas para determinar la causa de la epilepsia. Puede solicitarse una tomografía computarizada o una resonancia magnética, posiblemente acompañadas de una punción del líquido cefalorraquídeo para buscar una epilepsia secundaria.
El diagnóstico también confirma que su gato sufre crisis epilépticas. Las crisis leves podrían deberse a otros problemas, como una mala caída u otras enfermedades.
Tratamiento a seguir
El tratamiento depende de las causas de los ataques.
En el caso de las crisis primarias infrecuentes, suele bastar con una mayor vigilancia sin tratamiento específico. El tratamiento sólo se iniciará si las crisis se vuelven recurrentes. Dependiendo de la causa de la epilepsia, su gato puede ser tratado. Sin embargo, una crisis resultante de una lesión cerebral reduce enormemente las posibilidades de recuperación.
El tratamiento antiepiléptico pretende reducir las convulsiones disminuyendo la excitación de las neuronas. Es importante administrar la medicación a horas fijas, entre una y tres veces al día, según recomiende el veterinario. Tras un mes de tratamiento, es necesaria una visita de seguimiento al veterinario para ajustar la dosis, que puede aumentarse si ha sido insuficiente o reducirse si es necesario.
Es posible que su gato siga teniendo algunas convulsiones. Esto no es necesariamente un signo de fracaso del tratamiento. A veces es necesario tener paciencia. Es importante tener en cuenta que los fármacos antiepilépticos pueden tener efectos secundarios sobre el estado de ánimo, el apetito y la sed de su gato. Estos efectos tienden a disminuir con el tiempo.
No confundir con otras enfermedades
Otras enfermedades pueden causar convulsiones y no significan necesariamente que su gato tenga epilepsia.
El síncope es un ejemplo, a menudo con una causa metabólica o cardiaca. Su gato también puede sufrir narcolepsia o catalepsia, que se manifiesta como una pérdida repentina del tono muscular. Otras afecciones, como las hernias discales, también pueden explicar algunos ataques que parecen epilepsia.
En resumen :
Las convulsiones en su gato pueden tener diversas causas. Pueden ser benignas, es decir, sin daño cerebral, o lesionales (secundarias), resultado de un tumor, un trastorno neurológico más grave o una disfunción orgánica específica. Las convulsiones también pueden estar relacionadas con una indigestión o una intoxicación alimentaria, en cuyo caso no se denominan epilepsia.
El diagnóstico se basa en análisis de sangre y estudios de imagen realizados por su veterinario. Sólo su veterinario puede determinar la causa de la epilepsia de su gato y proporcionarle el tratamiento adecuado. Este tratamiento debe administrarse rigurosamente, aunque no impida necesariamente la aparición de nuevas crisis.